Danny cumple su arresto domiciliario en el hotel que regenta Laurence, que empatiza con las dificultades de los expresidiarios porque su marido está precisamente en prisión. Clara, la hermosa e inocente hija adolescente de Laurence, se fijará en Danny, y este, poco a poco, irá cayendo de nuevo en las redes de una vida criminal de la que se disponía a escapar.